Cuando voy a casa de mis padres, al pasar por el salón, un reflejo involuntario hace que la mirada se me tuerza hacia el televisor.
Observo con intriga los típicos anuncios, razón de ser del aparato, que ya salpicaban la programación antes de mudarme. Pero no reparaba tanto en ellos. Ahora sí lo hago porque no tengo tele y me llama sobre manera la atención ese invento del demonio.
Siempre es el mismo mensaje: DESEO... Un chalet con piscina en una apacible urbanización fuera de la ciudad, un lujoso coche, estatus, las vacaciones de tu vida...los sueños del ciudadano medio.
Para disponer de estos inaccesibles tesoros es necesario tener dinero contante y sonante del que no siempre disponemos. Por eso los llaman sueños. En un equivocado intento de conseguir la felicidad aplacando el deseo, acudes al que lo tiene: el banco y ¡¡enhorabuena!! te has hipotecado de por vida.
¿Y qué te da el banco? DINERO. Míralo bien, nunca habías visto tanto junto ¿verdad? Pero si lo observas tan solo es un montón de simples papeles de diversos colores. No importa la cifra que tengan marcada. Objetivamente no valen más que el papel con el que están hechos. Sin embargo el banco ha conseguido que le cedas tu posesión a cambio de eso.
¿Cómo esto es posible? A ver si con un pequeño ejemplo somos capaces de verlo.
Imaginemos que tenemos un negocio, digamos una panadería, y necesitamos ampliar el establecimiento. Vamos al banco y pedimos un crédito de cierta cantidad, por ejemplo a pagar en 40 años. Este te lo presta con dos condiciones: La primera que avales ese préstamo con tu negocio. La segunda, que le pagues unos intereses anuales. Pongamos un 10%. Viendo como está la vida, los intereses son elevados y el banco no se arriesga a darte más tiempo, por lo que decide que solo le vayas pagando los intereses, solo eso.
Lo mismo hace con el resto de personas que arrastrados por sus deseos y/o necesidades, no pueden acceder a sus sueños con dinero al contado. Con lo cual el banco va recogiendo solo intereses, sin tocar el dinero prestado, que al fin y al cabo es solo papel. Pero todos hemos hipotecado nuestras posesiones que SÍ son tangibles.
Llega el momento en el que el banco está falto de liquidez pues todo su patrimonio está repartido entre los hipotecados. Pero esto no es problema para él. Le da a la manivela de la maquinita de hacer dinero y...¡milagro! vuelve a tener más papel-dinero para seguir prestando.
Que haya más papel-dinero provoca que la moneda se devalúe y su poseedor pierda poder adquisitivo. El pobre hipotecado ve como su dinero cada vez vale menos, con lo que es más difícil devolver la cantidad acordada mientras los intereses se van acumulando. La entidad bursátil de turno, en un gesto de malvada bondad, nos permite seguir pagando los intereses sin tocar ese dinero que nos prestó.
Cuarenta años son muchos años para someterse a una hipoteca, no sabemos lo que nos puede ocurrir. Por ejemplo, hace cuatro décadas, España se encontraba sumergida en una dictadura de la que no veía salida. De la misma manera, pueden venir crisis financieras como las provocadas por la falta de liquidez...aquí cabría preguntar, por los beneficios que le reporta a la banca, si no estará ésta detrás de aquellas...creo que conocemos la respuesta.
A la larga no podremos seguir pagando pues no ganaremos lo suficiente para vivir y pagar a la misma vez con lo que el banco se habrá quedado con nuestro negocio.
Así es como el banco a cambio de trocitos de papel se ha apoderado con lo que antes era tuyo. ¿Dónde está el truco? Sencillamente en que los bancos no poseen nada, salvo lo que va expropiando a los forzados morosos. Propiedades que se venderán para obtener más dinero líquido que prestar.
Esa riqueza que el papel-dinero representa es ilusoria pues no se corresponde con el patrimonio real del prestamista (oro, terrenos, joyas, negocios, comercios). La prueba está en que si el banco tuviera que responder con bienes tangibles a las demandas de préstamos de la gente no podría hacerlo en un elevadísimo y obsceno porcentaje. En otras palabras, el dinero que circula es falso, solo es papel.
A grandes rasgos, es lo mismo que pasó en Argentina, probeta de la Globalización. El capitalismo brutal que asola el planeta provocará que todas las riquezas, las tangibles, caigan en manos de la banca. Llegará un momento, no muy lejano, en que las manos que manejan los hilos decidirán subir los tipos de interés hasta tal punto, que sea imposible el pago de las deudas contraídas con los bancos. Ese mismo día será el día en que nuestras vidas estarán verdaderamente hipotecadas.
Rogad por la nueva Argentina.
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