Tao es una nave sin fondo; Usado por sí mismo, no se llena con el Mundo; No puede ser cortado, limitado, ocultado o inmovilizado; Sus profundidades están escondidas, ubicuo y eterno; Desconozco de donde proviene; Llegó antes que la Naturaleza. Lao Tse, El libro del TAO
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2011-04-24
HISTORIAS DE ARANT: EL VUELO DE LA GOLONDRINA
Muchas veces el bosque se había mudado de estaciones luciendo un variado manto de colores en la época de las lluvias o padeciendo el luto de las frías y secas. Con él Govinda también cambiaba. Antes pequeño, menudo y niño, ahora juvenil, enérgico y torneado por la vida en el bosque. Lucía una larga cabellera de opaca seda y piel tersamente morena lamida por el sol.
Así de bien estaba alcanzando la madurez aquel hijo de Nadie, instruído en el Silencio, solamente cobijado bajo una túnica harapienta como la aquel otro ermitaño que guiaba sus pasos, Arant.
Pero no solo lo que era visible en el muchacho había madurado según su naturaleza. Por dentro, también sufría un nuevo despertar de instintos sensuales que como azotes de un látigo invisible abordaban la mente de este niño que empezaba a dejar de serlo. Ese y no otro era el motivo por lo que la inclinación de Govinda por el estudio se había enfriado. Cada vez con más entusiasmo abordaba al viejo maestro con preguntas inquietantes sobre la vida allá en las ciudades. Le excitaban los viajeros de las extensas caravanas que como hileras de hormigas surcaban los caminos en los meses primaverales más allá del cerrillo que cerraba el paso al extenso bosque.
Pero sobre todas las cosas le intrigaban los pensamientos y sentimientos que el viento del Oeste le hacía llegar provenientes de aquellas mentes mundanas tan diferentes a la suya propia, adiestrada en el recogimiento. Eran murmullos de inseguridades, deseos desvanecidos, placeres inalcanzables, esperanzas que se perdían por los polvorientos caminos.
Arant, que notaba como la adolescencia supuraba a borbotones por los poros del muchacho se dirigió a él una vez acabaron de comer, cerca del claro de la cascada.
>> Govinda, he notado desde hace algún tiempo que tu presencia se evapora en ensoñaciones como la arena se escapa entre los dedos de la mano. Tu atención ha menguado porque tu coraje ya no se aplica a las meditaciones. No estás presente. Desde donde estoy sentado puedo sentir cómo tu mente se evade mientras tu cuerpo permanece sentado como si meditara. Dime pues Govinda, ¿dónde está tu mente?
>> Maestro, hay inquietud en mí. Pero me esforzaré más.
Fue entonces cuando el viejo, por primera vez en toda su vida, se dirigió a su ahijado como el hombre que empezaba a despuntar en él.
>> Govinda, estás cambiando auque no lo sepas. No estoy disgustado contigo, al contrario, celebro tu despertar a la vida aunque esto provoque que las cosas ya no vuelvan a ser como siempre.
El joven Govinda no alcanzaba a comprender las directas palabras de Arant y lo miraba confundido por la franqueza del viejo.
>> ¿Qué es lo que tiene que cambiar maestro?
>> Mira, ahora eres un muchacho en el que se despiertan pasiones dormidas, incontrolables torrentes de mundaneidad te sacuden como a mí un día me pasó. Debes aceptar el cambio y cabalgar sobre él, porque esa es la única Ley que siempre permanece: la impermanencia. Hijo mío, cuida como un tesoro el vagaje de experiencias que te proporcionarán porque de ellas aprenderás lo que la vida susurra al oído de los sabios. Déjate impregnar por la sabiduría que de ellas se desprende.
>> Siempre he pensado que mi lugar estaba aquí contigo, en este bosque, sumido en el Silencio de las profundidades del Ser.
>> No mi querido niño, Yo también fui hombre de mundo que aprendió a observar el vacío porque la sabiduría de lo impermanente condujo mis pasos hasta él. Y es aquí donde resido. Este es el destino del que se persigue durante muchas vidas. Retenerte a mi vera, sería erróneo por mi parte e injusto para tí. Amado Govinda, ya te he enseñado todo lo que debías aprender (*). Tus conocimientos han alcanzado rápido desarrollo a pesar de tu juventud. Confía en lo que la experiencia te ha demostrado meditando conmigo y sigue practicando el desapego a cualquier credo, religión o rito y que ese Yo que te poseé y dícese llamarse Govinda no es más que una pobre quimera de tu verdadero Ser (@).
Ahora Arant se había erguido en toda su largura mostrando con naturalidad la dignidad de una figura que no cargaba con la pesada losa de sus innumerables años. Levantó el brazo y señaló al camino que se perdía en las lindes del bosque.
>> Dirige tus pasos hacia la vida mundana, hijo mío, aprende a vivir como viven los hombres. Descubre sus entresijos para que puedas desapegarte de ellos. Ve con aquello que te está llamando.
Govinda se recogió a sí mismo, pués él era su única pertenencia y sin pensarlo siquiera, adelantó un paso delante del otro como lo hace el Loco arcano mayor(#), siguiendo los pasos de los mundanos mortales.
Atrás, en la intemporal espesura del milenario bosque meditaba un ermitaño que había conseguido arrancarse el último obstáculo que lo separaba de sí mismo. Como la amorosa golondrina que cría a sus polluelos para un día animarlos a salir del nido, Arant, quedo libre de una paternal deuda contraída hacía muchas vidas.
El precio que tuvo que pagar fue perder un hijo, sin embargo ganó el Cielo.
_________________________________________________________________________
(*) meditar, ayunar, esperar. Siddharta, Herman Hesse
(@) Arant se refiere que Govinda ha alcanzado el estado de Sottapana
(#) Carta del Tarot.
NAVEGAR ENTRE LAS REALIDADES ALTERNATIVAS: SURCANDO EL PRESENTE
Permitaseme hablar de Dios, por ponerle un nombre a la Realidad.
Una de las características de Dios, si se pueden llamar así&, es su omnipresencia y omnipotencia. Dios lo puede y es todo por lo que está más allá de lo maldito y de lo divino. Incluso si Es todo, también Es la vacuidad, la nada. No pretendo dar una charla de Teología pero me parecía interesante ilustrar este post con la contemplación del Todo.
Desde nuestra pequeña postura humana pensamos en la realidad como lo palpable y vivenciable que nos rodea. Pero, ¿si la realidad que vivenciamos no es la única? ¿si además de esta hubiera más realidades? Como por ejemplo, todas las posibles realidades que se puedan dar. Infinitas. Si pensamos en la idea de Dios como un Todo, ¿no sería viable la posiblidad de contemplar que todas las realidad posibles se puedan dar a la vez?. ¿Por qué solo limitar la realidad a la nuestra propia? ¿No es demasiado egocentrico y limitado por nuestra parte?...
Si ahora mismo decides dejar de leer e ir a la cocina por un vaso de agua en otra realidad has elegido quedarte delante del ordenador y seguir leyendo. Ambas posiblidades están ocurriendo a la vez. Es un ejemplo entendible aunque poco significativo porque la elección va a tener pocas repercusiones. Pero imagina que la determinación que has tomado es mucho más trascendental, ¿a caso no crearías presentes mucho más diferentes?. Piensa que has tomado la decisión de comprarte un coche de un precio asequible a tu bolsillo y no ese biplaza descapotable que tanto te gusta. En otra realidad, (en infinitas realidades) lo habrías hecho con las repercusiones que eso te acarrearía a nivel económico por mencionar un aspecto.
Pero vamos más allá. Hay decisiones que otros toman y te afectan de manera más o menos directamente. Imagina que Alemania ganó la SGM, esa realidad es perfectamente posible y también está ocurriendo. O si quieres rizar el rizo, piensa en algo más bizarro. Observa como un aspecto cultural puede cambiar la concepción de tu realidad actual: Piensa en que llevar la cabeza rapada y al descubierto fuera sinónimo de desnudez. Todo el mundo iría con la cabeza cubierta y ni en sueños saldrían de sus casas sin estar debidamente ataviados. Imagínate la situación de descubrirse en un lugar sagrado, la impresión que causaría. Un simple convencionalismo social podría cambiar la concepción de la presente realidad y transformarla por completo.
El escenario está montado, ahora queda el personaje y cómo se mueve entre estos escenarios. ¿Es esto posible? ¿puedo ser un sujeto activo y cambiar de manera voluntaria el presente por otro alternativo?
Alguien me habló de un libro que se llama La ley de atracción (Michael Lossier) que en palabras del propio autor podemos sacar una idea de lo que os hablo:
“¿Has notado que lo que necesitas ocurre de pronto? ¿Te has encontrado por la calle con alguien en quien estabas pensando? No pienses en la Estatua de la Libertad… ¡Sé que acabas de hacerlo! Esto es la Ley de la Atracción, la ciencia de atraer más de lo que quieres y menos de lo que no quieres”
También hay por ahí un documental El Secreto que trata de lo mismo.
La física cuántica se inclina sobre esta idea, la existencia de mundos paralelos estructurados por medio de realidades alternativas y la Ley de la atracción es la manera de viajar de una a otra de manera voluntaria.
Eres un viajero de realidades pero no lo sabes porque no eres consciente de las decisiones que tomas. Así como te lo digo. Pensarás que eres libre y consecuente con lo que piensas y/o haces pero en realidad no es así.
Y eso es porque no vivimos en el presente, nuestro estado mental se asemeja mucho más de lo que estamos dispuestos a admitir a un zombi. Es un estado de semiensoñación donde el ego se deja arrastrar automáticamente en un modo pasivo. Pasamos la mayor parte del tiempo imbuídos en pensamientos y sentimientos condicionados por el entorno. No son elegidos por nuestra parte sino que son impuestos por Aquellos que manejan los agentes externos como la educación, los más medias, tradición, etc... Son automáticos y rigen nuestra vida.
Entonces, son las circunstancias las que realmente llevan el timón de nuestra propia vida y no nosotros mismos con lo que es lógico que a menudo nos sintamos abrumados por las circunstancias. En el mundo del consumo que nos ha tocado vivir el pensamiento colectivo está programado en modo pesimista creando así seres alienados. Lo que Nietzche llamó nihilismo. Y esa es precisamente la realidad alternativa en la que casi todos vivimos.
Como decía antes, es desde el presente donde podemos viajar a otras realidades, eligendo en cada caso de manera consciente, sin dejarnos manipular por los titiriteros que marcan nuestras actuaciones a través de los automatismos con los que estamos programados. Entonces la pregunta es ¿podemos desprogramarnos y elegir una realidad alternativa?. Los sabios de todas las culturas siempre han coincidido en los mismo: conócete a tí mismo. Ellos era verdaderos viajeros de la realidad y eran capaces de crear la suya propia por medio de la meditación. Los estados de beatitud y éstasis siempre se dan en el presente y son meros ejemplos de las realidades donde se encontraban, más allá de los condicionamientos. Y aunque algunos duden esas realidades se encuentran aquí y ahora, y son alcanzables por todos porque todos somos capaces de crear. Somos dioses.
Y este es el punto donde quería llegar desde el principio. El Ser Humano es un Dios que no sabe que lo es, que naufraga por realidades condicionadas. Somos juguetes rotos, fragmentados por circunstancias adversas y separadas de nosotros mismos porque hemos perdido la capacidad de permanecer en el presente. Permance en el AHORA y definirás tu propia realidad.
(&) La idea del Todo no puede albergar característica alguna, puesto que las tendría todas a la vez, sin que pudieran ser destacables unas de otras.
Una de las características de Dios, si se pueden llamar así&, es su omnipresencia y omnipotencia. Dios lo puede y es todo por lo que está más allá de lo maldito y de lo divino. Incluso si Es todo, también Es la vacuidad, la nada. No pretendo dar una charla de Teología pero me parecía interesante ilustrar este post con la contemplación del Todo.
Desde nuestra pequeña postura humana pensamos en la realidad como lo palpable y vivenciable que nos rodea. Pero, ¿si la realidad que vivenciamos no es la única? ¿si además de esta hubiera más realidades? Como por ejemplo, todas las posibles realidades que se puedan dar. Infinitas. Si pensamos en la idea de Dios como un Todo, ¿no sería viable la posiblidad de contemplar que todas las realidad posibles se puedan dar a la vez?. ¿Por qué solo limitar la realidad a la nuestra propia? ¿No es demasiado egocentrico y limitado por nuestra parte?...
Si ahora mismo decides dejar de leer e ir a la cocina por un vaso de agua en otra realidad has elegido quedarte delante del ordenador y seguir leyendo. Ambas posiblidades están ocurriendo a la vez. Es un ejemplo entendible aunque poco significativo porque la elección va a tener pocas repercusiones. Pero imagina que la determinación que has tomado es mucho más trascendental, ¿a caso no crearías presentes mucho más diferentes?. Piensa que has tomado la decisión de comprarte un coche de un precio asequible a tu bolsillo y no ese biplaza descapotable que tanto te gusta. En otra realidad, (en infinitas realidades) lo habrías hecho con las repercusiones que eso te acarrearía a nivel económico por mencionar un aspecto.
Pero vamos más allá. Hay decisiones que otros toman y te afectan de manera más o menos directamente. Imagina que Alemania ganó la SGM, esa realidad es perfectamente posible y también está ocurriendo. O si quieres rizar el rizo, piensa en algo más bizarro. Observa como un aspecto cultural puede cambiar la concepción de tu realidad actual: Piensa en que llevar la cabeza rapada y al descubierto fuera sinónimo de desnudez. Todo el mundo iría con la cabeza cubierta y ni en sueños saldrían de sus casas sin estar debidamente ataviados. Imagínate la situación de descubrirse en un lugar sagrado, la impresión que causaría. Un simple convencionalismo social podría cambiar la concepción de la presente realidad y transformarla por completo.
El escenario está montado, ahora queda el personaje y cómo se mueve entre estos escenarios. ¿Es esto posible? ¿puedo ser un sujeto activo y cambiar de manera voluntaria el presente por otro alternativo?
Alguien me habló de un libro que se llama La ley de atracción (Michael Lossier) que en palabras del propio autor podemos sacar una idea de lo que os hablo:
“¿Has notado que lo que necesitas ocurre de pronto? ¿Te has encontrado por la calle con alguien en quien estabas pensando? No pienses en la Estatua de la Libertad… ¡Sé que acabas de hacerlo! Esto es la Ley de la Atracción, la ciencia de atraer más de lo que quieres y menos de lo que no quieres”
También hay por ahí un documental El Secreto que trata de lo mismo.
La física cuántica se inclina sobre esta idea, la existencia de mundos paralelos estructurados por medio de realidades alternativas y la Ley de la atracción es la manera de viajar de una a otra de manera voluntaria.
Eres un viajero de realidades pero no lo sabes porque no eres consciente de las decisiones que tomas. Así como te lo digo. Pensarás que eres libre y consecuente con lo que piensas y/o haces pero en realidad no es así.
Y eso es porque no vivimos en el presente, nuestro estado mental se asemeja mucho más de lo que estamos dispuestos a admitir a un zombi. Es un estado de semiensoñación donde el ego se deja arrastrar automáticamente en un modo pasivo. Pasamos la mayor parte del tiempo imbuídos en pensamientos y sentimientos condicionados por el entorno. No son elegidos por nuestra parte sino que son impuestos por Aquellos que manejan los agentes externos como la educación, los más medias, tradición, etc... Son automáticos y rigen nuestra vida.
Entonces, son las circunstancias las que realmente llevan el timón de nuestra propia vida y no nosotros mismos con lo que es lógico que a menudo nos sintamos abrumados por las circunstancias. En el mundo del consumo que nos ha tocado vivir el pensamiento colectivo está programado en modo pesimista creando así seres alienados. Lo que Nietzche llamó nihilismo. Y esa es precisamente la realidad alternativa en la que casi todos vivimos.
Como decía antes, es desde el presente donde podemos viajar a otras realidades, eligendo en cada caso de manera consciente, sin dejarnos manipular por los titiriteros que marcan nuestras actuaciones a través de los automatismos con los que estamos programados. Entonces la pregunta es ¿podemos desprogramarnos y elegir una realidad alternativa?. Los sabios de todas las culturas siempre han coincidido en los mismo: conócete a tí mismo. Ellos era verdaderos viajeros de la realidad y eran capaces de crear la suya propia por medio de la meditación. Los estados de beatitud y éstasis siempre se dan en el presente y son meros ejemplos de las realidades donde se encontraban, más allá de los condicionamientos. Y aunque algunos duden esas realidades se encuentran aquí y ahora, y son alcanzables por todos porque todos somos capaces de crear. Somos dioses.
Y este es el punto donde quería llegar desde el principio. El Ser Humano es un Dios que no sabe que lo es, que naufraga por realidades condicionadas. Somos juguetes rotos, fragmentados por circunstancias adversas y separadas de nosotros mismos porque hemos perdido la capacidad de permanecer en el presente. Permance en el AHORA y definirás tu propia realidad.
(&) La idea del Todo no puede albergar característica alguna, puesto que las tendría todas a la vez, sin que pudieran ser destacables unas de otras.
2010-11-22
HISTORIAS DE ARANT: LA VACUIDAD OTOÑAL
Entre la espesura de lo vegetal se sentaba Govinda en aquel bosque de Abunda. Sus formados hombros y brazos eran acariciados por tallos y flores amarillas, rojas y violetas que se atrevían a salir de la misma tierra que les vió brotar. El zumbido de moscas y abejas componían melodías propias de parajes silvestres mientras el viento susurraba la fresca canción de la mañana.
Como la mariposa que abandona la crisálida, el estudiante de lo Absoluto había trascendido su propia personalidad. Solo era la acción de observar y desde allí veía como las costumbres de su persona se sucedían sin perturbarlo. Se desencadenaban como si fueran mecanismos puestos en marcha hacía infinidad de tiempo. Nadie los dominaba, como barco a la deriva.
Ahora era consciente de su locura, de sus apegos pueriles, de su naturaleza dual y cambiante. Govinda en ese estado era Nada y era Todo.
Al salir de su trance, su conciencia fue contenida de nuevo en esa personalidad forjada por sus propios condicionamientos, como si algún hada del bosque depositase a un bebe sobre almohadones.
2010-11-21
HISTORIAS DE ARANT: LA CATERVA IGNORANTE
Entre las lindes del país de Aqqia y las tierras bajas de Euna, se extiende un valle cubierto por el bosque de Abunda donde una vez residió el ermitaño Arant y su ahijado Govinda.
Uno de aquelos días fueron visitados por Goep, carpintero de prestigio de la vecina ciudad de Khali. Goep era ególatra y vanidoso , resultado del frutífero negocio que le suponía el trabajar en exclusividad la carpintería del palacio de verano del rey.
Orgulloso por dominar su oficio con la máxima la perfección, fue a donde moraba Arant con un séquito de aduladores para mofarse de él.
>> Mirad -dijo- no se mueve, no come, casi no respira, y sin embargo algunos hablande él como si hubiera terminado su tarea(#).
Enchido de ego prosiguió >> Obsérvame, Arant el vagabundo, yo en cambio, gozo de prestigio, vivo en una mansión, soy conocido y respetado por ser diestro en mi arte. Me llaman maestro que es como le corresponde a una persona de mi posición. Pero por otra parte, algunos se atreven a dirigirse a ti como maestro, y no veo que prosperes en negocios. Tampoco veo instrumentos de artistas u otros utensilios de artesano. Por tanto concluyo al verte que esa manera tuya de vivir es el producto de una vida disoluta y holgazana y no a ningún dominio sobre dedicación alguna.
Es propio del hipócrita tratar con adulación a aquellos que considera dignos de respeto por su posición social, poder o influencia, y con desprecio a los más desfavorecidos. Así se comportó aquella chusma ignorante al reparar solo en las ropas del Maestro y no en el arte invisible para los ojos torpes del que no sabe ver con el corazón. Por algunos momentos, bromas y chascarrillos varios le fueron dedicados al único de todos ellos que era capaz de sumergirse en el Insondable SIlencio.
Arant, sentado en una postura perfecta, parecía la misma montaña que tenía a sus espaldas. Solo le bastó entreabrir un ojo para que de su serena mirada emanase un rayo de luz con el que alumbró a todos los seres de aquel bosque que hasta aquel momento estaban envueltos en el engañoso manto de las apariencias. Esto y aquello, en un instante atemporal, dejaron de ser lo distinto y lo diferente para no estar separados si quiera por el espacio que se interponía entre ellos. La Unidad se hizo en todos ellos. Dejaron de ser partes para convertirse en el Todo. Con esta acción, los secretos del Universo se disolvieron, la ignorancia fue barrida por aquel momento glorioso de la faz de la Tierra. Entonces, el vagar de los extraviados cesó y se transformó en aquellas certezas que tanto buscaban.
Arant, el maestro de lo Impenetrable, terminó de cerrar su ojo y se dirijió a los presentes. >> Este es mi arte. Luego calló.
Hubo un murmullo de incomprensión entre el séquito profano de lo sutil y profundo qpara convertirse en sonoras carcajadas que reafirmaron de manera definitiva la falta de entendimiento. Así concluyeron que Arant no era más que otro pobre vagabundo y que sus actos poco cuerdos explicaban el tipo de vida que lo llevaba a habitar en el umbrío bosque.
Cuando se hubieron marchado, volvió la calma como si aquel grupo nunca hubieran estado en aque lugar. El maestro que entendía de los secretos de la vida así lo vió y prosiguió con su tarea.
Entonces Govinda, que había presenciado todo aquel espectáculo, se levantó del sitio que ocupaba al lado del sabio y se encaminó al río a llenar su escudilla de agua fresca. Contemplando su imagen en el espejo que le otorgaba el paso de la corriente, dijo para sí >> El maestro Arant, con solo entreabrir un ojo, es capaz de desvelar la verdadera naturaleza de las cosas, pero los ignorante solo tienen ojos para ver lo aparente del momento. Ahí va el ciego de Goep con toda su camarilla creyendo ser el ombligo del Mundo sin acaso imaginar que toda su obra está sometida a la ley de la Impermanencia y por tanto es perecedero como lo son los días, las hojas de los árboles o la vida misma...
En aquel momento Govinda se enderezó y notó que la apacible brisa de la tarde empezó a vibrar entre los pétalos de las flores, y así comenzó a sonar la canción del bosque[...]
(#) Haber alcanzado la máxima perfección en su arte
HISTORIAS DE ARANT: EL JOVEN GOVINDA
Entre montañas gemelas, descendía un caudaloso río que irrigaba y protegía la existencia de un apacible bosque. En un claro de aquel, cerca de una cascada que se derramaba con gran generosidad, paraba cada tanto un hombre de esos que han renunciado a las comodidades del hogar.

En él las miradas de los adinerados no reparaban, ni tampoco sus favores eran requeridos, pasaba desapercibido con tal sigilo que daba la sensación que se trataba de una sombra. Solo aquellos que sabían reconocer el abismo insondable en su mirada anhelaban encontrarlo para aprender de ella.
Era pués, poco nombrado Arant y a veces hasta él se sorprendía de tener nombre. No es que se sintiera identificado con él, en absoluto, pero cada ser debe responder a uno.
Tenía por compañero circunstancial a un muchacho que de manera un tanto extraña había recibido como pago de una deuda cuando solo era un mocoso de 5 años. El destino a veces se divierte con reglas un tanto turbias. No supo qué hacer con él al principio y como el chico no tenía parientes, decidió cuidarlo él mismo Arant de la manera que sabía, observando el Silencio.
Govinda, como se llamaba el chico, era alto y delgado como un tallo del cáñamo de un río. Su pelo castaño revoloteaba por encima de unos ojos del mismo color que denotaban un pensamiento rápido y lúcido. Se entregaba con pasión a la práctica que su protector le ensañaba. El Sendero estaba abierto para el joven.
En cierta ocasión, se encontraba en actitud contemplativa cerca de Arant. Abrió los ojos, respiró profundamente y se dirijió su maestro. >> Maestro, en verdad, el sufrimiento no existe, ¿es así?
>> Así es Govinda. Le contestó.
>> En cambio siento dolores en mis piernas cada vez que me siento por periodos largos en actitud contemplativa, por lo que el dolor sí existe.
>> Tampoco existe el dolor, Govinda.
El joven aprendiz entornó los ojos y mirando de frente al viejo suspiró. >> No lo entiendo, maestro, cuando empecé a observar el Silencio, me dijiste que existía el sufrimiento y el dolor. Hoy me he dado cuenta que el sufrimiento no existe, y así lo afirmas, pero no haces los mismo con el dolor. ¿Por qué cambias tanto de opinión?
Arant, sonrió al chico. >> No cambio de opinión, solo la adapto a tus descubrimientos.
>> Todo esto es un enigma para mí -se quejaba el joven-.
El viejo se encorvó y miraba aquella luz tan maravillosa que el joven Govinda desprendía a los ojos de un buen observador.
>> Bien, te lo voy a explicar. La gente de vida mundana se pasa la mitad de la vida persiguiendo deseos y la otra mitad huyendo de dolores y sufrimientos que son la consecuencia directa de la búsqueda incesante de placeres. Por eso yo digo que están ciegos, pues no saben que lo uno y lo otro son meras ilusiones pasajeras. Ellos creen que dolor y sufrimiento es lo mismo y tú, joven Govinda, ya sabes que no es así.
El dolor es una sensación física y el sufrimiento es su interpretación. Como ves, son cosas distintas. Si dejaran de interpretar las sensaciones, no se apegarían a ellas y sí así actuaran, el condicionamiento de responder con sufrimiento desaparecería como lo hacen las nubes cuando sopla el viento del Oeste. Esa sería la oportunidad de darse cuenta que solo es una ilusión.
Govinda, saltó como un resorte. >> Pero el dolor es distinto porque se puede observar de manera directa, yo lo hago, por lo tanto el dolor es una sensación.
>>No exactamente. Si observas atentamente el dolor de tus piernas, sin catalogarlo como dolor, sino como algo que se manifiesta, te revelará su auténtica naturaleza. Puede ser vibración, movimiento o calor... es a eso precisamente a lo que llamas dolor, pero si te fijas bien es solo una interpretación y es por eso que te digo que tampoco existe.
El joven suspiró haciendo que su poblado flequillo se elevase para luego caer en el mismo sitio, y cerrando los ojos, tras una pausa reflexionó. >> Entonces, yo también debo estar ciego...
>> Así es por ahora, Govinda.
>> Me doy cuenta que no se nada.(#)
>> Eso ya lo dijo otro -sonreía el maestro divertido-
En la rivera del río, al pie de la cascada, el fragor del agua al arrojarse desde lo alto de la montaña sonaba como el eco que trae voces y lamentos ya pronunciados. Entonces la noche empezó a caer.
(#) Solo sé que no se nada. Sócrates
(#) Solo sé que no se nada. Sócrates
2010-09-15
LA EXCEPCIÓN A LA REGLA
Hacía tiempo que no metía ninguna entrada en este blog. Cuando lo fundé, me propuse a mí mismo, escribir por lo menos una vez a la semana. Los ánimos decayeron, y me bajé la auto-obligación a una al mes. Tampoco fue satisfecha. Como siempre, rehuyo de las normas, suelo tirar por la calle del medio, la excepción a la regla: hacer lo que me de la gana. Y así se va fraguando este site mío en el ciberespacio, a golpe de apetencia.

Nota mental: asesinar a mi Pepito Grillo particular y dejar tirado el cadáver en la cuneta de mi Vida.
Así que he decidido enarbolar la bandera del loquemedelagana y dejar aquí pegadas unas líneas para el que quiera mirar.
Pues sí, hoy me apetecía escribir algo. Nada en particular, que sigo respirando y me lleno de vida cada vez que lo hago. Optimismo inusitado, descarado y abierto. ¿Por qué no? Allá quedaron las tinieblas de la depresión, aquella que nunca me alcanzó y no porque no lo intentara. Hoy me dejo querer más que ayer por mí mismo, me permito regalos imposibles... tiempo libre, paseos mañaneros, agenda despejada...
Como decía en una ocasión mi querido maestro, me considero una persona afortunada, y no porque sea funcionario ni mucho menos, sino porque trabajo tres días a la semana, solo unas pocas horas por día. El resto del tiempo lo dedico a mi casa y a mi huerto, me lo dedico a mí. No necesito más...
…y aunque alguno se atragantó cuando pronunció dicho axioma, porque al fin y al cabo, el concepto de libertad y felicidad es de libre interpretación, me quedé pensando si sería capaz de desprenderme de tantas cosas para hacer lo propio. El tiempo me lo demostró.
La vida se torna divertida si sabes dar volteretas, si te atreves a aflojarte el nudo de la corbata y montarte en la cama elástica sin paracaídas ni arneses, ni cinturones de seguridad. Y así me lo propuse y empecé a saltar en ella. Siguiendo la estela de mi maestro, dejé de pensar en lo que era lo apropiado, o lo que se suponía que era lo correcto y me embarqué en la aventura de mí mismo, y dejé de pre-ocuparme por todo.
Hoy en día, soy un paria de lo políticamente correcto, atravieso ideales establecidos por otros como si fueran muros de papel, y me reafirmo en encarnar la excepción a la regla. Hoy en día me establezco en un trabajo mal pagado, a cinco horas al día, sin espectativas de promocionar, mal mirado socialmente porque no ofrece prestigio alguno, librando dos fines de semana al mes... pero a cambio disfruto de precioso tiempo. Un tesoro logrado por pocos, pues yo lo tengo. La excepción a la regla.
Si eres capaz de darle la vuelta a la taza de la Vida verás que debajo se encuentra la espontaneidad del momento. Déjate llevar por su sencillez, encuentrale el gusto al cosquilleo del vértigo en la barriga...
Sigue tu propia estela y dedícate a lo verdaderamente importante, a tus necesidades. Recuerda que el día que naciste, llegaste desnudo y desnudo te irás. Tú verás en lo que inviertes tu tiempo.
2009-05-02
LO QUE DICE EL SENDERO
Desaparecer dentro de uno mismo debe ser como implosionar. Como disolverse de fuera hacia dentro. Eso es lo que pretendo hacer desde que leí el título de un disco llamado de esta misma forma.
He caminado mucho para darme cuenta de ello y cada paso que doy en el Sendero ha servido para derrumbar muros, descorrer velos y aligerar la carga.
¿He empezado a caminar descalzo?. No lo sé. Es difícil saberlo, sobre todo cuando no quiero aceptar las señales que veo. Es lo que siempre he buscado, ¿no?. ¿Cuándo dar el primer paso sin calzado? ¿cuándo lo que sabe el corazón se reflejará en la mirada?. ¡Qué difícil elección!.
...y sin embargo, ¿cuándo empezará él a morir?
Miremos hacia atrás en el Sendero, no demasiado, lo suficiente como para ver cuándo empezó a descender. Descensos ha habido algunos pero no como aquel. Me refiero al que trajo a la Tenia. Desde entonces, el Sendero empezó a revelarse ante mi entendimiento y todo adquirió un brillo especial, ¡qué maravilla!.
Aunque el precio que tuve que pagar fue elevado en mi opinión; el tener que llevar conmigo a la Tenia en mis entrañas daba mucho miedo y al principio fue duro aceptarlo.
Pero ella me reveló que mi locura debía parar, primero bruscamente y luego cada vez más de forma decidida. Y entonces, no tuve más remedio que combatir el sufrimiento, por lo menos hasta el punto que no fuera insoportable. No acabó conmigo como yo me temía, al menos todavía.
En verdad, ahora lo recuerdo, la Tenia me comía vivo cada vez que la cólera me invadía, cada vez que el deseo o el miedo me llevaban de la mano. Ya no es así, ya sé parar. Que remedio ¿no?.
Desde que no la alimento, ella duerme en mi vientre. Allí reside hasta que la agitación la despierte y empiece a devorarme de nuevo. Pero esto no ha de pasar, al menos si sigo en el Sendero. Sé que ella morirá si dejo de alimentarla con mi sufrimiento, se debilitará y se evaporará. Aunque esto será antes que él muera, mucho antes. Creedme.
El Sendero se ha vuelto angosto y requiere de un gran esfuerzo para seguir adelante. El peso de mi carga personal tira hacia atrás y no hay nadie que pueda ayudarme a soportarla. La única salvación es deshacerme de la mayor parte de ella.
El Sendero dice que todos los caminos que he recorrido antes de él llevan al mismo Sendero. Esto está claro para mí. Pero es difícil no extraviarse y perderse en los atajos y laberintos de la ignorancia. El Sendero es el camino del medio, el más recto para que él muera.
El Sendero dice que todos los caminos, cuando aprendes a leer las indicaciones, desembocan en el mismo lugar, ¿para qué recorrerlos de nuevo?.
He recorrido incontables veces los caminos de él y ya me los conozco hasta el hastío. La Tenia me enseñó a escuchar y yo escuché al Sendero. El Sendero dice que él debe morir y la única forma de hacerlo es dejar de caminar por sus caminos. Así, él morirá como le pasará antes a la Tenia.
El Sendero dice que no comer solo lo que gusta, no abandonarse a la fantasía, no evadirse, no dejarse llevar por creencias, costumbres u opiniones de otros o propias, no yacer ocioso le matará.
El Sendero dice que permanecer alerta, estar en el presente, hablar solo lo necesario, cultivarse, mantener la disciplina, le matará.
Esto es lo que dice el Sendero
He caminado mucho para darme cuenta de ello y cada paso que doy en el Sendero ha servido para derrumbar muros, descorrer velos y aligerar la carga.
¿He empezado a caminar descalzo?. No lo sé. Es difícil saberlo, sobre todo cuando no quiero aceptar las señales que veo. Es lo que siempre he buscado, ¿no?. ¿Cuándo dar el primer paso sin calzado? ¿cuándo lo que sabe el corazón se reflejará en la mirada?. ¡Qué difícil elección!.
...y sin embargo, ¿cuándo empezará él a morir?
Miremos hacia atrás en el Sendero, no demasiado, lo suficiente como para ver cuándo empezó a descender. Descensos ha habido algunos pero no como aquel. Me refiero al que trajo a la Tenia. Desde entonces, el Sendero empezó a revelarse ante mi entendimiento y todo adquirió un brillo especial, ¡qué maravilla!.
Aunque el precio que tuve que pagar fue elevado en mi opinión; el tener que llevar conmigo a la Tenia en mis entrañas daba mucho miedo y al principio fue duro aceptarlo.
Pero ella me reveló que mi locura debía parar, primero bruscamente y luego cada vez más de forma decidida. Y entonces, no tuve más remedio que combatir el sufrimiento, por lo menos hasta el punto que no fuera insoportable. No acabó conmigo como yo me temía, al menos todavía.
En verdad, ahora lo recuerdo, la Tenia me comía vivo cada vez que la cólera me invadía, cada vez que el deseo o el miedo me llevaban de la mano. Ya no es así, ya sé parar. Que remedio ¿no?.
Desde que no la alimento, ella duerme en mi vientre. Allí reside hasta que la agitación la despierte y empiece a devorarme de nuevo. Pero esto no ha de pasar, al menos si sigo en el Sendero. Sé que ella morirá si dejo de alimentarla con mi sufrimiento, se debilitará y se evaporará. Aunque esto será antes que él muera, mucho antes. Creedme.
El Sendero se ha vuelto angosto y requiere de un gran esfuerzo para seguir adelante. El peso de mi carga personal tira hacia atrás y no hay nadie que pueda ayudarme a soportarla. La única salvación es deshacerme de la mayor parte de ella.
El Sendero dice que todos los caminos que he recorrido antes de él llevan al mismo Sendero. Esto está claro para mí. Pero es difícil no extraviarse y perderse en los atajos y laberintos de la ignorancia. El Sendero es el camino del medio, el más recto para que él muera.
El Sendero dice que todos los caminos, cuando aprendes a leer las indicaciones, desembocan en el mismo lugar, ¿para qué recorrerlos de nuevo?.
He recorrido incontables veces los caminos de él y ya me los conozco hasta el hastío. La Tenia me enseñó a escuchar y yo escuché al Sendero. El Sendero dice que él debe morir y la única forma de hacerlo es dejar de caminar por sus caminos. Así, él morirá como le pasará antes a la Tenia.
El Sendero dice que no comer solo lo que gusta, no abandonarse a la fantasía, no evadirse, no dejarse llevar por creencias, costumbres u opiniones de otros o propias, no yacer ocioso le matará.
El Sendero dice que permanecer alerta, estar en el presente, hablar solo lo necesario, cultivarse, mantener la disciplina, le matará.
Esto es lo que dice el Sendero
BUSCANDO UN LUGAR BAJO EL SOL

El deporte es beneficioso si se practica con mesura. Pero cuando se tienen 18 o 22 años, el concepto de equilibrio suele estar poco afinado. Las repercusiones de mi empeño por el músculo hiperdesarrollado empezaron a notarse con un horrible dolor que se pasaba de la espalda al pecho.
La fisioterapeuta me recomendó que practicara natación, sobre todo de espaldas. Allí estaba yo, con un gorro de baño, unas gafas para nadar y un minibañador...y a mis pies una piscina terapéutica para mí solo.
En ese momento, me di cuenta lo poco que necesitaba para enfrentarme con el medio; nada de complicadas máquinas de musculación, ni pesas ni nada, solo yo.
Esta estupenda sensación me acompañó en mis sesiones terapéuticas y luego conseguí extrapolarlas a mi bagaje experiencial. Estaba empezando a darme cuenta que caminaba desnudo, comía desnudo y en definitiva vivía desnudo. Aunque la sola idea de contemplarme vestido de bañista y realizando estas actividades cotidianas pueda resultar un tanto cómica, la sensación de no necesitar nada más era muy gratificante.
Ya poco o nada me preocupaba y si realmente alguien lo dudaba, sí, era feliz.
La vivencia de estar desnudo, si esta anécdota lo permite, puede llevarse al terreno de lo personal. El solo hecho de quitarse tensiones innecesarias hace que la alegría fluya. ¡Qué fácil se vive así!
A lo largo de mi vida he conocido a personas que se empeñaban en vivir desnudos en cuanto a problemas y tensiones mentales, y si se me apura, diré que la imagen de la desnudez que estoy utilizando aquí, casi se podía palpar porque prescindían (que no carecían) de muchas de las cosas que cualquier persona corriente ni por un momento, soltaría aunque la vida le fuera en ello.
No tenían trabajo reconocido de esos que cotizan a la Seguridad Social aunque eran unos artistas cada uno en su campo. Prescindían de propiedades materiales aunque sus riquezas eran realmente fáciles de transportar...ingenio, alegría, paz poco más. No necesitaban de televisores, coches o modas, ¡solo algo de ropa!. Ni tampoco aspiraban a escalar en lo social o buscaban reconocimiento.
Sus vidas, y esto es lo más llamativo, estaban encaminadas al día a día, a lo cotidiano, no protestaban por la dureza de las circunstancias o lo duro del trabajo de turno. El cauce de sus necesidades estaba casi seco. Comida y cama aderezado de poca intimidad. Poco más.
¡Y qué miradas! ¡qué sonrisas!. A menos carga más alegría, energía y sabiduría.
Estas experiencias me han marcado y me siguen demostrando que la búsqueda de la felicidad a través de la seguridad y/o comodidad material llevan al naufragio, al fracaso en lo que a lo emocional se refiere. Esta es la neurosis de nuestro tiempo.
Hasta donde sé, nos contaron el cuento de la cigarra y la hormiga al revés. La hormiga trabajaba para tener qué comer en invierno y no para comprarse una tele de plasma de 1000 euros; y la cigarra simplemente no trabajaba porque no tenía que pagar una hipoteca. Y lo más importante, carecía de ésta porque se había dado cuenta que la felicidad no está en la posesión sino en la necesidad de no poseer.
La fisioterapeuta me recomendó que practicara natación, sobre todo de espaldas. Allí estaba yo, con un gorro de baño, unas gafas para nadar y un minibañador...y a mis pies una piscina terapéutica para mí solo.
En ese momento, me di cuenta lo poco que necesitaba para enfrentarme con el medio; nada de complicadas máquinas de musculación, ni pesas ni nada, solo yo.
Esta estupenda sensación me acompañó en mis sesiones terapéuticas y luego conseguí extrapolarlas a mi bagaje experiencial. Estaba empezando a darme cuenta que caminaba desnudo, comía desnudo y en definitiva vivía desnudo. Aunque la sola idea de contemplarme vestido de bañista y realizando estas actividades cotidianas pueda resultar un tanto cómica, la sensación de no necesitar nada más era muy gratificante.
Ya poco o nada me preocupaba y si realmente alguien lo dudaba, sí, era feliz.
La vivencia de estar desnudo, si esta anécdota lo permite, puede llevarse al terreno de lo personal. El solo hecho de quitarse tensiones innecesarias hace que la alegría fluya. ¡Qué fácil se vive así!
A lo largo de mi vida he conocido a personas que se empeñaban en vivir desnudos en cuanto a problemas y tensiones mentales, y si se me apura, diré que la imagen de la desnudez que estoy utilizando aquí, casi se podía palpar porque prescindían (que no carecían) de muchas de las cosas que cualquier persona corriente ni por un momento, soltaría aunque la vida le fuera en ello.
No tenían trabajo reconocido de esos que cotizan a la Seguridad Social aunque eran unos artistas cada uno en su campo. Prescindían de propiedades materiales aunque sus riquezas eran realmente fáciles de transportar...ingenio, alegría, paz poco más. No necesitaban de televisores, coches o modas, ¡solo algo de ropa!. Ni tampoco aspiraban a escalar en lo social o buscaban reconocimiento.
Sus vidas, y esto es lo más llamativo, estaban encaminadas al día a día, a lo cotidiano, no protestaban por la dureza de las circunstancias o lo duro del trabajo de turno. El cauce de sus necesidades estaba casi seco. Comida y cama aderezado de poca intimidad. Poco más.
¡Y qué miradas! ¡qué sonrisas!. A menos carga más alegría, energía y sabiduría.
Estas experiencias me han marcado y me siguen demostrando que la búsqueda de la felicidad a través de la seguridad y/o comodidad material llevan al naufragio, al fracaso en lo que a lo emocional se refiere. Esta es la neurosis de nuestro tiempo.
Hasta donde sé, nos contaron el cuento de la cigarra y la hormiga al revés. La hormiga trabajaba para tener qué comer en invierno y no para comprarse una tele de plasma de 1000 euros; y la cigarra simplemente no trabajaba porque no tenía que pagar una hipoteca. Y lo más importante, carecía de ésta porque se había dado cuenta que la felicidad no está en la posesión sino en la necesidad de no poseer.
2009-04-15
CÍRCULOS CONCÉNTRICOS
Era Junio y hacía calor. En aquella cocina, las ventanas se abrían de par en par para mostrarnos las piruetas de los acrobáticos pajarillos. Isa estaba sentada en frente mío, y yo miraba hacia ella. Recuerdo el mobiliario ajado, propio de un piso de estudiantes como era aquel.

Aquella tarde no celebrábamos nada en particular, solo el placer de vernos un día más. Recuerdo el aroma a té de frutas, el que tenía mi compañera, yo, nada, como era mi costumbre. Era época de que los estudiantes de la Universidad regresaran a sus hogares para concentrarse en las vacaciones estivales después de un largo curso. Por eso, una vez, más, sabía que sería una de mis últimas visitas a aquel piso.
La atmósfera era tranquila y apacible. La serenidad envolvía aquella casa. Solo después de muchos años, he logrado revivir aquel ambiente como el que reinaba allí en mi propia casa. Allí emanaba una energía sin igual que invitaba a la imaginación, a la intuición.
Nuestras conversaciones contribuían a perdernos en pensamientos y nos hacían sentir que el Universo nos miraba. En aquel mismo lugar, le dije a mi amiga que yo sentía como la realidad de cada uno estaba construida en círculos. Los círculos los formaban las personas afines a uno mismo, con las que tendríamos que compartir vivencias y nos marcaban un destino. Nuestra intuición nos decía que los círculos que nos envolvían a nosotros eran singulares.
Nos dimos cuenta, que más tarde o temprano, nos volveríamos a ver, solo cuando estuviéramos preparados para llevar un “plan“ hacia delante. Habría gente a nuestro alrededor muy especiales e inteligentes que nos ayudarían a conseguirlo.
Yo, me predije como el abridor de puertas. El que abriría el camino para los demás y sin embargo nunca pasaría de la puerta. Ese era mi sacrificio y ese era mi recompensa: conocer a aquellas fantásticas criaturas, prueba evidente de que dentro de las personas hay esperanza de empezar de cero. Empezar en un mundo mejor.
Durante años y sin saber lo que significaban aquellas charlas se perdían en las nieblas de mi mente para luego surgir con fuerza y despertar añoranza de mi época adolescente. Mucho ha llovido desde entonces y las cosas no han parado de cambiar. Me ha dado tiempo de muchas cosas, de volverme a reencontrar con Isa, de irme a vivir con Lola, de renacer y encontrar una vida...
Y sin embargo, sigo siendo el Abridor de Puertas. Desde entonces, las intuiciones no me han abandonado y cada vez que las he seguido (muy frecuentemente) me han llevado a un nuevo florecer de mí mismo y mi entorno.
El Abridor de puertas de hoy, no busca ningún círculo de increíbles personas ni tiene la sensación de haberlo encontrado. Pero si digo la verdad, tengo la suerte de codearme con personas de carne y hueso con muchas y buenas cualidades. ¿Será eso?
Ya dejé de buscar para simplemente encontrar. Es hora de relajarme y disfrutar. Si me dejo, la corriente de la vida se me dibuja como el Sendero. Permanente se me susurra al oído, es simplemente así.
Estamos dando vueltas en espiral hacia el interior de nosotros mismos. De cada uno. Cada día nos enfrentamos a lo que llevamos dentro, da igual lo que sea. Atraemos aquello que somos, no lo que queremos. No somos de piedra, somos de agua y aire. Abandónate y fluye. Vamos dando vueltas formando círculos, arrastrando nuestra historia personal como si fuera la caracola de un cangrejo. Déjala en la playa y móntate en el silbido del viento.
Sin apegos se siente la ligereza de la mochila vacía en tu espalda.
Ya no necesitarás buscar porque habrás encontrado, como yo lo hago. Sin desear ya no se sufre, hoy aprendí eso.
El viento te dará en la cara y tú sonreirás, viendo como obvio que eso será lo único que podrás poseer: el momento presente.
Para Isa

Aquella tarde no celebrábamos nada en particular, solo el placer de vernos un día más. Recuerdo el aroma a té de frutas, el que tenía mi compañera, yo, nada, como era mi costumbre. Era época de que los estudiantes de la Universidad regresaran a sus hogares para concentrarse en las vacaciones estivales después de un largo curso. Por eso, una vez, más, sabía que sería una de mis últimas visitas a aquel piso.
La atmósfera era tranquila y apacible. La serenidad envolvía aquella casa. Solo después de muchos años, he logrado revivir aquel ambiente como el que reinaba allí en mi propia casa. Allí emanaba una energía sin igual que invitaba a la imaginación, a la intuición.
Nuestras conversaciones contribuían a perdernos en pensamientos y nos hacían sentir que el Universo nos miraba. En aquel mismo lugar, le dije a mi amiga que yo sentía como la realidad de cada uno estaba construida en círculos. Los círculos los formaban las personas afines a uno mismo, con las que tendríamos que compartir vivencias y nos marcaban un destino. Nuestra intuición nos decía que los círculos que nos envolvían a nosotros eran singulares.
Nos dimos cuenta, que más tarde o temprano, nos volveríamos a ver, solo cuando estuviéramos preparados para llevar un “plan“ hacia delante. Habría gente a nuestro alrededor muy especiales e inteligentes que nos ayudarían a conseguirlo.
Yo, me predije como el abridor de puertas. El que abriría el camino para los demás y sin embargo nunca pasaría de la puerta. Ese era mi sacrificio y ese era mi recompensa: conocer a aquellas fantásticas criaturas, prueba evidente de que dentro de las personas hay esperanza de empezar de cero. Empezar en un mundo mejor.
Durante años y sin saber lo que significaban aquellas charlas se perdían en las nieblas de mi mente para luego surgir con fuerza y despertar añoranza de mi época adolescente. Mucho ha llovido desde entonces y las cosas no han parado de cambiar. Me ha dado tiempo de muchas cosas, de volverme a reencontrar con Isa, de irme a vivir con Lola, de renacer y encontrar una vida...
Y sin embargo, sigo siendo el Abridor de Puertas. Desde entonces, las intuiciones no me han abandonado y cada vez que las he seguido (muy frecuentemente) me han llevado a un nuevo florecer de mí mismo y mi entorno.
El Abridor de puertas de hoy, no busca ningún círculo de increíbles personas ni tiene la sensación de haberlo encontrado. Pero si digo la verdad, tengo la suerte de codearme con personas de carne y hueso con muchas y buenas cualidades. ¿Será eso?
Ya dejé de buscar para simplemente encontrar. Es hora de relajarme y disfrutar. Si me dejo, la corriente de la vida se me dibuja como el Sendero. Permanente se me susurra al oído, es simplemente así.
Estamos dando vueltas en espiral hacia el interior de nosotros mismos. De cada uno. Cada día nos enfrentamos a lo que llevamos dentro, da igual lo que sea. Atraemos aquello que somos, no lo que queremos. No somos de piedra, somos de agua y aire. Abandónate y fluye. Vamos dando vueltas formando círculos, arrastrando nuestra historia personal como si fuera la caracola de un cangrejo. Déjala en la playa y móntate en el silbido del viento.
Sin apegos se siente la ligereza de la mochila vacía en tu espalda.
Ya no necesitarás buscar porque habrás encontrado, como yo lo hago. Sin desear ya no se sufre, hoy aprendí eso.
El viento te dará en la cara y tú sonreirás, viendo como obvio que eso será lo único que podrás poseer: el momento presente.
Para Isa
2008-07-15
APATÍA

Hoy no voy a pedirte nada.
Hoy no voy a molestarte con esas cosas que yo solo siento.
No voy a intentar moverte del sofá. No voy hacer siquiera que pienses en las cosas que pasan más allá de esa caja loca a la que dedicas tantas horas.
No voy a decirte que pienses en el trabajo que tienes ni porqué te quita tanto tiempo, ese que ya no le dedicas a las cosas importantes.
Pensar nunca fue lo tuyo, ¿verdad?. Lo tuyo fue vivir, como antes decías. El tener bonita ropa o un gran coche y fardar de chica o ser importante en la oficina.
Luego vino ella, y con ella la hipoteca: 63 metros cuadrados de posesión. Todo un logro de la clase media.
Te creías importante, lo habías conseguido todo o al menos todo lo que se esperaba de ti.
Hoy no voy a molestarte con esas cosas que yo solo siento.
No voy a intentar moverte del sofá. No voy hacer siquiera que pienses en las cosas que pasan más allá de esa caja loca a la que dedicas tantas horas.
No voy a decirte que pienses en el trabajo que tienes ni porqué te quita tanto tiempo, ese que ya no le dedicas a las cosas importantes.
Pensar nunca fue lo tuyo, ¿verdad?. Lo tuyo fue vivir, como antes decías. El tener bonita ropa o un gran coche y fardar de chica o ser importante en la oficina.
Luego vino ella, y con ella la hipoteca: 63 metros cuadrados de posesión. Todo un logro de la clase media.
Te creías importante, lo habías conseguido todo o al menos todo lo que se esperaba de ti.
Pero te encuentras vacío. O sí no dime por qué ya no sonries cuando te miras al espejo o te montas en tu coche o llegas a tu casa o te sientas en tu despacho.
¿Qué es lo que te ocurrió? ¿En qué momento abandonaste el Olimpo del placer y entraste en las tinieblas de la apatía?
Pero si retrocedes en el tiempo verás que la apatía ya llegó antes de todo aquello. Desde que tienes memoria, intentaste ser el mejor, ser el único, esforzándote siempre. Intentando ser el número uno. ¿El primero de qué?. De todos lo que querían lo mismo que tú: destacar, no ser como la media, TRIUNFAR.
Ahora has triunfado y te encuentras solo, mirando esa caja que no dice NADA y solo repite que lo tienes TODO: familia, coche, casa, posición, dinero. Y sin embargo estás ahí arrellanado, intentando sacudirte un vacío que nunca desapareció, que por más que hagas no se va, por más que le des al mando de esa tienda virtual nada cambia.
Ya sé que estas cosas no te interesan, que todo el mundo vive así, que esto es lo normal.
Pero sí hay algo que quiero que sepas. Quiero que te des cuenta que te estás muriendo, que te estás enterrando en vida, que lo que llamas existencia solo es una ilusión, una locura. La gran locura de nuestro tiempo, la misma que te marcó tus propias metas mucho antes que te permitieran elegirlas. Te las creíste, mala suerte, todo el mundo vive así, es lo normal.
Lo quieras o no eres parte de la maquinaria, una ameba entre millones y sigues pensando en que eres único, que has triunfado. Disfrutar de un éxito agrio: Esa es tu locura.
2008-01-24
SUEÑO POR NAVIDAD (solo para iniciados)
Estas navidades (2007), han sido muy especiales para mí, en primer lugar porque he estado ausente de los míos y en segundo lugar, porque he aterrizado en el año 2008 ya bastante entrado, el día 6 de Enero concretamente.
En una de esas noches de dicho lapso temporal tuve un sueño muy revelador y extraño a la vez. Soñé que hacía un viaje hacia dentro de mí mismo. No un viaje cualquiera, sino hacia dentro de mi mente.
Me encontraba en el dojo de karate que me acogía hace ya más de quince años. Estaba mirando uno de esos cassettes de música new age que por allí pululaban sin carcasas ni nada y que el profesor nos dejaba llevarnos a casa para escucharlos a cambio de que lo devolviéramos. Uno de ellos siempre me llamaba la atención por el título que lucía: Música para desaparecer dentro. El título se me antojaba como un viaje a las entrañas de uno mismo en búsqueda de la esencia que cada uno portamos. Por más que escuché sus melódicas canciones nunca pude dar forma a esta idea.
En mi sueño, de repente, allí en medio del tatami azul, empecé a evaporarme. Una neblina me envolvía y comprendí que era Yo mismo.
Invisible e ingrávido, era capaz de desenvolverme con naturalidad y sin esfuerzo físico. Lo lógico hubiera sido que el miedo me embargara, pero como el científico que experimenta en su laboratorio, me dejé llevar por la curiosidad (madre de todas las ciencias) y observé como me engullía a mi mismo por medio de mi propia boca. En lugar de ir al estómago, ascendía hasta el cerebro donde una luz cegadora alumbraba un apacible lugar. Era una sala sin paredes ni techo ni suelo, no había ni puertas ni muebles, solo luz.
De vez en cuando, podía percibir pensamientos del tipo mañana tengo que hacer esto o debería haber comprado aquel libro, que en estado normal me hubieran arrastrado y llevado hacia otros pensamientos.
Me di cuenta que ese era el modo de actuar de la mente: como la marea, la mente arrastra nuestra atención de idea en idea, hacia recuerdos, planes venideros, del pasado al futuro, una y otra vez de manera incesante y mecánica.
Es por eso que rara vez percibimos la realidad que nos rodea y con menor probabilidad la realidad de nuestra mente. Empecé a comprender que el estado normal de consciencia en el que acostumbramos a estar es un estado de semiinconsciencia, aletargado, muy lejos de la vigilia tal y como se entiende.
Agudizando mi atención observé esos pensamientos que de forma tan sutil nos sustraen del presente y descubrí que todos, absolutamente todos, se podían incluir en cinco categorías: deseo, ira, pereza, duda y agitación. Este era el idioma de mi mente.
De repente y con pavor, tuve la sensación de no estar solo, me di cuenta que había algo allí conmigo. Como es posible - me pregunté- que dentro de mi cabeza haya alguien más.
Era un agujero negro que devoraba todos esos pensamientos disfrazados de recuerdos y planes, de futuro y pasado. Le identifiqué con el nombre de Anhelo. Comprendí que aquel banquete constante era su modo de vida. Parecía no tener fondo, solo engullía sin parar.
Pensé que también me tragaría y de forma instintiva, lo desafié y agudicé mi atención tanto como pude. En ese mismo momento, los pensamientos cesaron y en una mueca de dolor, Anhelo, como si el hambre lo debilitara y sin hallar sustento, aspiró y aspiró como el pez fuera del agua que busca su oxígeno vital.
Para mi sorpresa, lejos de desfallecer, Anhelo empezó a regurgitar ideas para no morir de inhalación. Las sacaba de un pozo profundo de cuya entrada era el guardián y que en un principio escapó de mi atención al llegar a tan extraño lugar.
Mire en derredor y no encontré nada más, por lo que deduje que el único sitio para escapar era irónicamente aquel pozo. Así que me lancé y caí y caí. Aquello era de una magnitud impresionante, tal que el horizonte jamás encontraba un punto donde descansar.
En mi caída, observaba que Anhelo, en esa actividad frenética de engullir, iba provocando sufrimiento que se iba plasmando en las diversas partes de mi propio cuerpo. Ora en los intestinos en forma de enfermedad autoinmune ora en el corazón en forma de punzada. Así a lo largo y ancho de mis dimensiones físicas iban quedando grabados los sufrimientos produciéndome enfermedades y molestias varias. En otras palabras, se hacían sólidos.
Ya desde el fondo de aquella inmensa gruta no me quedaba más remedio que intentar comprender aquel intrincado mecanismo del malévolo autómata para poder destruirlo y librarme de aquellas cadenas de amargura. Afilé la única arma de la que disponía, mi atención, que como un rayo láser escrutó aquel lugar.
Y entonces lo comprendí. Con lágrimas en los ojos me di cuenta que el sufrimiento era el resultado de aquellos pensamientos que como piezas de un dominó van generando en su caer sucesivos cambios en el organismo.
Una parte de mí tiene una sensación que es recogida por mis sentidos (seis si incluimos las percepciones mentales -pensamientos-); otra parte percibe esa sensación, la reconoce y la juzga (es buena, es mala, me gusta, no me gusta); una tercera parte la desea si es buena o la rechaza si es negativa.
Si esta pauta se realiza varias veces se perpetua y se crea un apego, ya sea por deseo o rechazo y es esto mismo lo que provoca el sufrimiento: Si no poseo esa sensación que tanto me gustó sufro; si entra en contacto conmigo aquella que rechazo sufro también. Si el sufrimiento es demasiado grande, se plasmará en mi cuerpo como una hendidura gravada en la roca a cincel y martillo y eso desembocará tarde o temprano en una enfermedad física.
Por un lado descubrí con gran regocijo por mi parte, que todas las enfermedades eran por ende psicosomáticas y que la forma de eliminarlas era separando el deseo-aversión del objeto apegado. La medicina: ecuanimidad.
Aquello con lo que nos identificamos, ese llamado YO, Anhelo, es realmente un conjunto de sensaciones encadenadas, un mecanismo de causa-efecto.
Mi coche, mi novia, mi casa... son esas ideas con las que nos identificamos, nuestros apegos. Mi jefe, mi hipoteca, mi estrés son las ideas que rechazamos. Somos el conjunto de ellas. ¿Pero qué somos en realidad? La respuesta es, sencillamente, NADA solo estos mecanismos. Es por ello que si no existe nada debajo de esta maquinaria el sufrimiento tampoco existe. ¿Quién debería sufrir por aquello que me pasa o me deja de pasar? YO no.
¿Entonces qué es el dolor físico? ¿por qué nos provoca tanto daño?. Si nuestra mente es lo suficientemente aguda, nos daremos cuenta que solo son sensaciones a las que catalogamos de negativas. El poder de la mente hace el resto: dolor = sufrimiento.
Por otra parte descubrí con tristeza que, este YO con el que me identifico, desaparecerá el día que mi cuerpo muera. No habrá un ente que se pueda identificar con él. Técnicamente desaparecemos como individuos pues ciertamente somos seres humanos pero no personas.
Me di cuenta que en realidad lo que somos es cambio (anicca), sin identidad (anatta) y que la única forma de acabar con el sufrimiento (dukkha) es mediante el desapego, así se destruirían estas cadenas de causa y efecto que nos oprimen. La solución, nuevamente: ecuanimidad.
En ese momento me desperté sobresaltado y sudando. Después de reponerme, descubrí un ruido atronador en la calle. Al subir la persiana, impresionado observé que el resplandor de brillantes luces de colores bañaban mi cara y la habitación. Era la llegada del nuevo año. Entonces reparé en el reloj del cuarto: las 12:01. Al recordar todo lo vivido, sonreí y me dije: creo que he dormido demasiado.
METTA para todos.
En una de esas noches de dicho lapso temporal tuve un sueño muy revelador y extraño a la vez. Soñé que hacía un viaje hacia dentro de mí mismo. No un viaje cualquiera, sino hacia dentro de mi mente.
Me encontraba en el dojo de karate que me acogía hace ya más de quince años. Estaba mirando uno de esos cassettes de música new age que por allí pululaban sin carcasas ni nada y que el profesor nos dejaba llevarnos a casa para escucharlos a cambio de que lo devolviéramos. Uno de ellos siempre me llamaba la atención por el título que lucía: Música para desaparecer dentro. El título se me antojaba como un viaje a las entrañas de uno mismo en búsqueda de la esencia que cada uno portamos. Por más que escuché sus melódicas canciones nunca pude dar forma a esta idea.
En mi sueño, de repente, allí en medio del tatami azul, empecé a evaporarme. Una neblina me envolvía y comprendí que era Yo mismo.
Invisible e ingrávido, era capaz de desenvolverme con naturalidad y sin esfuerzo físico. Lo lógico hubiera sido que el miedo me embargara, pero como el científico que experimenta en su laboratorio, me dejé llevar por la curiosidad (madre de todas las ciencias) y observé como me engullía a mi mismo por medio de mi propia boca. En lugar de ir al estómago, ascendía hasta el cerebro donde una luz cegadora alumbraba un apacible lugar. Era una sala sin paredes ni techo ni suelo, no había ni puertas ni muebles, solo luz.
De vez en cuando, podía percibir pensamientos del tipo mañana tengo que hacer esto o debería haber comprado aquel libro, que en estado normal me hubieran arrastrado y llevado hacia otros pensamientos.
Me di cuenta que ese era el modo de actuar de la mente: como la marea, la mente arrastra nuestra atención de idea en idea, hacia recuerdos, planes venideros, del pasado al futuro, una y otra vez de manera incesante y mecánica.
Es por eso que rara vez percibimos la realidad que nos rodea y con menor probabilidad la realidad de nuestra mente. Empecé a comprender que el estado normal de consciencia en el que acostumbramos a estar es un estado de semiinconsciencia, aletargado, muy lejos de la vigilia tal y como se entiende.
Agudizando mi atención observé esos pensamientos que de forma tan sutil nos sustraen del presente y descubrí que todos, absolutamente todos, se podían incluir en cinco categorías: deseo, ira, pereza, duda y agitación. Este era el idioma de mi mente.
De repente y con pavor, tuve la sensación de no estar solo, me di cuenta que había algo allí conmigo. Como es posible - me pregunté- que dentro de mi cabeza haya alguien más.
Era un agujero negro que devoraba todos esos pensamientos disfrazados de recuerdos y planes, de futuro y pasado. Le identifiqué con el nombre de Anhelo. Comprendí que aquel banquete constante era su modo de vida. Parecía no tener fondo, solo engullía sin parar.
Pensé que también me tragaría y de forma instintiva, lo desafié y agudicé mi atención tanto como pude. En ese mismo momento, los pensamientos cesaron y en una mueca de dolor, Anhelo, como si el hambre lo debilitara y sin hallar sustento, aspiró y aspiró como el pez fuera del agua que busca su oxígeno vital.
Para mi sorpresa, lejos de desfallecer, Anhelo empezó a regurgitar ideas para no morir de inhalación. Las sacaba de un pozo profundo de cuya entrada era el guardián y que en un principio escapó de mi atención al llegar a tan extraño lugar.
Mire en derredor y no encontré nada más, por lo que deduje que el único sitio para escapar era irónicamente aquel pozo. Así que me lancé y caí y caí. Aquello era de una magnitud impresionante, tal que el horizonte jamás encontraba un punto donde descansar.
En mi caída, observaba que Anhelo, en esa actividad frenética de engullir, iba provocando sufrimiento que se iba plasmando en las diversas partes de mi propio cuerpo. Ora en los intestinos en forma de enfermedad autoinmune ora en el corazón en forma de punzada. Así a lo largo y ancho de mis dimensiones físicas iban quedando grabados los sufrimientos produciéndome enfermedades y molestias varias. En otras palabras, se hacían sólidos.
Ya desde el fondo de aquella inmensa gruta no me quedaba más remedio que intentar comprender aquel intrincado mecanismo del malévolo autómata para poder destruirlo y librarme de aquellas cadenas de amargura. Afilé la única arma de la que disponía, mi atención, que como un rayo láser escrutó aquel lugar.
Y entonces lo comprendí. Con lágrimas en los ojos me di cuenta que el sufrimiento era el resultado de aquellos pensamientos que como piezas de un dominó van generando en su caer sucesivos cambios en el organismo.
Una parte de mí tiene una sensación que es recogida por mis sentidos (seis si incluimos las percepciones mentales -pensamientos-); otra parte percibe esa sensación, la reconoce y la juzga (es buena, es mala, me gusta, no me gusta); una tercera parte la desea si es buena o la rechaza si es negativa.
Si esta pauta se realiza varias veces se perpetua y se crea un apego, ya sea por deseo o rechazo y es esto mismo lo que provoca el sufrimiento: Si no poseo esa sensación que tanto me gustó sufro; si entra en contacto conmigo aquella que rechazo sufro también. Si el sufrimiento es demasiado grande, se plasmará en mi cuerpo como una hendidura gravada en la roca a cincel y martillo y eso desembocará tarde o temprano en una enfermedad física.
Por un lado descubrí con gran regocijo por mi parte, que todas las enfermedades eran por ende psicosomáticas y que la forma de eliminarlas era separando el deseo-aversión del objeto apegado. La medicina: ecuanimidad.
Aquello con lo que nos identificamos, ese llamado YO, Anhelo, es realmente un conjunto de sensaciones encadenadas, un mecanismo de causa-efecto.
Mi coche, mi novia, mi casa... son esas ideas con las que nos identificamos, nuestros apegos. Mi jefe, mi hipoteca, mi estrés son las ideas que rechazamos. Somos el conjunto de ellas. ¿Pero qué somos en realidad? La respuesta es, sencillamente, NADA solo estos mecanismos. Es por ello que si no existe nada debajo de esta maquinaria el sufrimiento tampoco existe. ¿Quién debería sufrir por aquello que me pasa o me deja de pasar? YO no.
¿Entonces qué es el dolor físico? ¿por qué nos provoca tanto daño?. Si nuestra mente es lo suficientemente aguda, nos daremos cuenta que solo son sensaciones a las que catalogamos de negativas. El poder de la mente hace el resto: dolor = sufrimiento.
Por otra parte descubrí con tristeza que, este YO con el que me identifico, desaparecerá el día que mi cuerpo muera. No habrá un ente que se pueda identificar con él. Técnicamente desaparecemos como individuos pues ciertamente somos seres humanos pero no personas.
Me di cuenta que en realidad lo que somos es cambio (anicca), sin identidad (anatta) y que la única forma de acabar con el sufrimiento (dukkha) es mediante el desapego, así se destruirían estas cadenas de causa y efecto que nos oprimen. La solución, nuevamente: ecuanimidad.
En ese momento me desperté sobresaltado y sudando. Después de reponerme, descubrí un ruido atronador en la calle. Al subir la persiana, impresionado observé que el resplandor de brillantes luces de colores bañaban mi cara y la habitación. Era la llegada del nuevo año. Entonces reparé en el reloj del cuarto: las 12:01. Al recordar todo lo vivido, sonreí y me dije: creo que he dormido demasiado.
METTA para todos.
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