2009-04-15

CÍRCULOS CONCÉNTRICOS

Era Junio y hacía calor. En aquella cocina, las ventanas se abrían de par en par para mostrarnos las piruetas de los acrobáticos pajarillos. Isa estaba sentada en frente mío, y yo miraba hacia ella. Recuerdo el mobiliario ajado, propio de un piso de estudiantes como era aquel.


Aquella tarde no celebrábamos nada en particular, solo el placer de vernos un día más. Recuerdo el aroma a té de frutas, el que tenía mi compañera, yo, nada, como era mi costumbre. Era época de que los estudiantes de la Universidad regresaran a sus hogares para concentrarse en las vacaciones estivales después de un largo curso. Por eso, una vez, más, sabía que sería una de mis últimas visitas a aquel piso.

La atmósfera era tranquila y apacible. La serenidad envolvía aquella casa. Solo después de muchos años, he logrado revivir aquel ambiente como el que reinaba allí en mi propia casa. Allí emanaba una energía sin igual que invitaba a la imaginación, a la intuición.

Nuestras conversaciones contribuían a perdernos en pensamientos y nos hacían sentir que el Universo nos miraba. En aquel mismo lugar, le dije a mi amiga que yo sentía como la realidad de cada uno estaba construida en círculos. Los círculos los formaban las personas afines a uno mismo, con las que tendríamos que compartir vivencias y nos marcaban un destino. Nuestra intuición nos decía que los círculos que nos envolvían a nosotros eran singulares.
Nos dimos cuenta, que más tarde o temprano, nos volveríamos a ver, solo cuando estuviéramos preparados para llevar un “plan“ hacia delante. Habría gente a nuestro alrededor muy especiales e inteligentes que nos ayudarían a conseguirlo.

Yo, me predije como el abridor de puertas. El que abriría el camino para los demás y sin embargo nunca pasaría de la puerta. Ese era mi sacrificio y ese era mi recompensa: conocer a aquellas fantásticas criaturas, prueba evidente de que dentro de las personas hay esperanza de empezar de cero. Empezar en un mundo mejor.

Durante años y sin saber lo que significaban aquellas charlas se perdían en las nieblas de mi mente para luego surgir con fuerza y despertar añoranza de mi época adolescente. Mucho ha llovido desde entonces y las cosas no han parado de cambiar. Me ha dado tiempo de muchas cosas, de volverme a reencontrar con Isa, de irme a vivir con Lola, de renacer y encontrar una vida...

Y sin embargo, sigo siendo el Abridor de Puertas. Desde entonces, las intuiciones no me han abandonado y cada vez que las he seguido (muy frecuentemente) me han llevado a un nuevo florecer de mí mismo y mi entorno.

El Abridor de puertas de hoy, no busca ningún círculo de increíbles personas ni tiene la sensación de haberlo encontrado. Pero si digo la verdad, tengo la suerte de codearme con personas de carne y hueso con muchas y buenas cualidades. ¿Será eso?

Ya dejé de buscar para simplemente encontrar. Es hora de relajarme y disfrutar. Si me dejo, la corriente de la vida se me dibuja como el Sendero. Permanente se me susurra al oído, es simplemente así.

Estamos dando vueltas en espiral hacia el interior de nosotros mismos. De cada uno. Cada día nos enfrentamos a lo que llevamos dentro, da igual lo que sea. Atraemos aquello que somos, no lo que queremos. No somos de piedra, somos de agua y aire. Abandónate y fluye. Vamos dando vueltas formando círculos, arrastrando nuestra historia personal como si fuera la caracola de un cangrejo. Déjala en la playa y móntate en el silbido del viento.
Sin apegos se siente la ligereza de la mochila vacía en tu espalda.

Ya no necesitarás buscar porque habrás encontrado, como yo lo hago. Sin desear ya no se sufre, hoy aprendí eso.

El viento te dará en la cara y tú sonreirás, viendo como obvio que eso será lo único que podrás poseer: el momento presente.


Para Isa

1 comentario:

"Leeloo" dijo...

Gracias, gracias, gracias.
Por un momento he revivido el comienzo del verano del 96... un tiempo extraño e intenso; se palpaba en el aire que terminaba un ciclo y empezaba otro quizás más duro e inquietante. Muchas cosas cambiaron en nuestras vidas unos días más tarde… ¿Recuerdas?... Los gritos insultantes para descargar tensiones desde la ventana, las "acampadas" en la terraza con la manta y la cuerda de tender la ropa, ese salón tan espantoso que con tan sólo un cuadro de Dani, un corcho con misterios publicados y un par de velas conseguimos hacer algo nuestro, el interminable menú de "todos los días pasta" y mi inseparable té de media mañana, media tarde, media noche... Es curioso pero siguen persiguiéndome los pisos de estudiante, con muebles ajados y salones espantosos que hago míos con los mismos cuadros y algunas velas.
Han pasado muchas cosas, muchas lunas, lugares y personas, y sin embargo seguimos siendo los mismos, con menos pelo o con más kilos, haciéndonos cada vez menos preguntas y sin sentirnos ya una pieza esencial del universo. El recuerdo de aquellos días me parece ahora una película que me alegra haber vivido porque a pesar de todo seguimos vivos y nada fue fatídicamente irremediable. Yo temía al compromiso o aquello que se le pareciera como a la peste negra, tú tenías cierta manía persecutoria que te hacía huir de todo y hacia ningún lugar, dignos de ser incluidos en un libro bien escrito. Y ahora estamos aquí, abriendo un nuevo circulo; cada vez lo hacemos mejor, eh?