2010-11-21

HISTORIAS DE ARANT: LA CATERVA IGNORANTE


Entre las lindes del país de Aqqia y las tierras bajas de Euna, se extiende un valle cubierto por el bosque de Abunda donde una vez residió el ermitaño Arant y su ahijado Govinda.

Uno de aquelos días fueron visitados por Goep, carpintero de prestigio de la vecina ciudad de Khali. Goep era ególatra y vanidoso , resultado del frutífero negocio que le suponía el trabajar en exclusividad la carpintería del palacio de verano del rey.
Orgulloso por dominar su oficio con la máxima la perfección, fue a donde moraba Arant con un séquito de aduladores para mofarse de él.
>> Mirad -dijo- no se mueve, no come, casi no respira, y sin embargo algunos hablande él como si hubiera terminado su tarea(#).
Enchido de ego prosiguió >> Obsérvame, Arant el vagabundo, yo en cambio, gozo de prestigio, vivo en una mansión, soy conocido y respetado por ser diestro en mi arte. Me llaman maestro que es como le corresponde a una persona de mi posición. Pero por otra parte, algunos se atreven a dirigirse a ti como maestro, y no veo que prosperes en negocios. Tampoco veo instrumentos de artistas u otros utensilios de artesano. Por tanto concluyo al verte que esa manera tuya de vivir es el producto de una vida disoluta y holgazana y no a ningún dominio sobre dedicación alguna.

Es propio del hipócrita tratar con adulación a aquellos que considera dignos de respeto por su posición social, poder o influencia, y con desprecio a los más desfavorecidos. Así se comportó aquella chusma ignorante al reparar solo en las ropas del Maestro y no en el arte invisible para los ojos torpes del que no sabe ver con el corazón.  Por algunos momentos, bromas y chascarrillos varios le fueron dedicados al único de todos ellos que era capaz de sumergirse en el Insondable SIlencio.

Arant, sentado en una postura perfecta, parecía la misma montaña que tenía a sus espaldas. Solo le bastó entreabrir un ojo para que de su serena mirada emanase un rayo de luz con el que alumbró a todos los seres de aquel bosque que hasta aquel momento estaban envueltos en el engañoso manto de las apariencias. Esto y aquello, en un instante atemporal, dejaron de ser lo distinto y lo diferente para no estar separados si quiera por el espacio que se interponía entre ellos. La Unidad se hizo en todos ellos. Dejaron de ser partes para convertirse en el Todo. Con esta acción, los secretos del Universo se disolvieron, la ignorancia fue barrida por aquel momento glorioso de la faz de la Tierra. Entonces, el vagar de los extraviados cesó y se transformó en aquellas certezas que tanto buscaban.

Arant, el maestro de lo Impenetrable, terminó de cerrar su ojo y se dirijió a los presentes. >> Este es mi arte. Luego calló.
Hubo un murmullo de incomprensión entre el séquito profano de lo sutil y profundo qpara convertirse en sonoras carcajadas que reafirmaron de manera definitiva la falta de entendimiento. Así concluyeron que Arant no era más que otro pobre vagabundo y que sus actos poco cuerdos explicaban el tipo de vida que lo llevaba a habitar en el umbrío bosque.

Cuando se hubieron marchado, volvió la calma como si aquel grupo nunca hubieran estado en aque lugar. El maestro que entendía de los secretos de la vida así lo vió y prosiguió con su tarea.

Entonces Govinda, que había presenciado todo aquel espectáculo, se levantó del sitio que ocupaba al lado del sabio y se encaminó al río a llenar su escudilla de agua fresca. Contemplando su imagen en el espejo que le otorgaba el paso de la corriente, dijo para sí >> El maestro Arant, con solo entreabrir un ojo, es capaz de desvelar la verdadera naturaleza de las cosas, pero los ignorante solo tienen ojos para ver lo aparente del momento. Ahí va el ciego de Goep con toda su camarilla creyendo ser el ombligo del Mundo sin acaso imaginar que toda su obra está sometida a la ley de la Impermanencia y por tanto es perecedero como lo son los días, las hojas de los árboles o la vida misma...

En aquel momento Govinda se enderezó y notó que la apacible brisa de la tarde empezó a vibrar entre los pétalos de las flores, y así comenzó a sonar la canción del bosque[...]





(#) Haber alcanzado la máxima perfección en su arte

No hay comentarios: